En el mundo actual, las carreras de ingeniería y arquitectura se enfrentan a un gran desafío: no perder el foco en la esencia de la profesión. Muchas veces, nos dejamos llevar por las herramientas tecnológicas que facilitan nuestro trabajo, pero que no sustituyen el conocimiento y el criterio profesional.
Un ejemplo de esto es el BIM, una metodología que integra información, procesos y colaboración en la gestión de proyectos de construcción. El BIM ofrece muchos beneficios, pero también requiere una formación adecuada y una experiencia práctica. Sin embargo, hoy día existen cientos de instituciones que ofrecen convertir personas en expertos BIM, a través de programas de enseñanza «express» y sin necesidad de tener alguna experiencia previa con el uso de las diferentes tecnologías en el mundo real. Esto esta generando una falsa expectativa y una baja calidad en los proyectos.
Es muy importante para el mundo actual que los profesionales de la ingeniería y la arquitectura no pierdan el foco en la esencia de la profesión, que es resolver problemas, diseñar soluciones y crear valor para la sociedad, no alcanza una vida para transitar el camino del conocimiento sobre todo si somos profesionales apasionados, el conocimiento de base -científico o empírico- y el uso de herramientas tecnológicas deben complementarse mutuamente en este proceso, para así generar productos y contenido de calidad.
Como todo software, el resultado del procesamiento de datos depende de los datos mismos, en pocas palabras si entran datos basura, los resultados no serán más que basura.
Hoy día inundan el mundo laboral expertos BIM con un vasto conocimiento en jerga técnica, terminologías y abreviaturas, haciendo parecer el tema mucho más interesante de lo que es. El BIM es una herramienta, no un fin en sí mismo. Para aprovecharla al máximo, se necesita un conocimiento sólido y una actitud crítica.